Un análisis hacia las dinámicas sociales en la pobreza. Una reseña de Los gallinazos sin plumas de Julio Ramón Ribeyro


Uno de los cuentos de Julio Ramón Ribeyro, “Los gallinazos sin plumas” (1955), nos relata una realidad peruana que la gente en la pobreza sufre o se ve obligada a hacer. El cuento se centra en la relación de dos nietos y su abuelo, sus dinámicas familiares, los factores externos que les llevan a realizar ciertas acciones, que hoy en día se verían muy cuestionables y el desarrollo de un desenlace desconcertante y liberador para nuestros personajes principales. 

Un ejemplo inicial es el siguiente fragmento que nos da un buen inicio y contexto del papel de los personajes en el cuento:

Don Santos los esperaba con el café preparado. -A ver, ¿qué cosa me han traído? Husmeaba entre las latas y si la provisión estaba buena hacía siempre el mismo comentario:
-Pascual tendrá banquete hoy día.
Pero la mayoría de las veces estallaba:
 -¡Idiotas! ¿Qué han hecho hoy día? ¡Se han puesto a jugar seguramente! ¡Pascual se morirá de hambre!
Ellos huían hacia el emparrado, con las orejas ardientes de los pescozones, mientras el viejo se arrastraba hasta el chiquero. Desde el fondo de su reducto el cerdo empezaba a gruñir. Don Santos le aventaba la comida.
-¡Mi pobre Pascual! Hoy día te quedarás con hambre por culpa de estos zamarros. Ellos no te engríen como yo. ¡Habrá que zurrarlos para que aprendan!

En este fragmento, Don Santos, el abuelo, parece ser una figura autoritaria y exigente, posiblemente un propietario de una granja o una persona de autoridad sobre los otros personajes, sus nietos. Por otro lado, su relación con el cerdo Pascual sugiere un contraste entre cómo trata a los niños y a los animales. Mientras que muestra afecto y cuidado hacia el cerdo, es duro y crítico con Efraín y Enrique, incluso amenazando con castigarlos. Esta dinámica revela posibles temas de poder, explotación y relaciones desiguales en un entorno rural. 

En la actualidad, el comportamiento de Don Santos hacia sus nietos, Efraín y Enrique, y hacia el cerdo Pascual podría ser considerado como un ejemplo de desigualdad, falta de empatía y abuso de poder. Don Santos muestra una preferencia clara por el cerdo sobre los niños, lo que refleja una visión utilitaria de las relaciones humanas y una falta de consideración hacia la dignidad y el bienestar de los niños. Nos deja una reflexión en el camino sobre, ¿Qué valores éticos se desafían o refuerzan en esta escena? ¿Estas viejas dinámicas familiares seguirán existiendo en la actualidad? 

Lo anterior solo es una de las muchas batallas que los niños van a tener, bien se sabe que el abuelo no es un personaje amable, y que la criatura bestial que alimenta más adelante podría tener relevancia.

Otro momento clave para el desarrollo del problema en el cuento, viene siendo el desenlace que marca la sentencia de días malos por venir para los personajes de Ribeyro, siendo los más afectados Enrique y Efraín, los niños.
 
Fue al regresar de una de esas excursiones que Efraín sintió un dolor en la planta del pie. Un vidrio le había causado una pequeña herida. Al día siguiente tenía el pie hinchado, no obstante, lo cual prosiguió su trabajo. Cuando regresaron no podía casi caminar, pero don Santos no se percató de ello, pues tenía visita. Acompañado de un hombre gordo que tenía las manos manchadas de sangre, observaba el chiquero.
-Dentro de veinte o treinta días vendré por acá -decía el hombre-. Para esa fecha creo que podrá estar a punto.
Cuando partió, don Santos echaba fuego por los ojos.
-¡A trabajar! ¡A trabajar! ¡De ahora en adelante habrá que aumentar la ración de Pascual! El negocio anda sobre rieles.

Se interpreta del fragmento seleccionado que uno de los niños, Efraín, sufre de una infección por corte en la planta del pie, que se da por no tratarse a tiempo, y que ignoró el malestar por seguir con la recolección de basura salvable para Pascual. No ayudó el hecho de que su abuelo estaba negociando en ese momento como para prestar atención al estado de su nieto. Terminando el abuelo por ordenar a los niños a conseguir más raciones para su cerdo. Aquí es donde nos podemos dar cuenta de que Don Santos, el abuelo, dirige un negocio apostando todo por una única fuente que exige más de lo que él mismo no puede dar, pero, que si puede mandar a gritos a otros a hacer el trabajo por él. Dejando sin discusión a ello, por las pocas comidas que les da a sus nietos. Recordemos que esta pinta suena a explotación laboral infantil, que en la actualidad no está bien visto, pero que lamentablemente se ejerce sea o no clandestina. Nos deja con la incógnita de que, si ocurre más de eso en la calle que recorren los gallinazos sin plumas. ¿Cómo es hoy en día la vida de las personas con pobreza latente?

Siguiendo la trama que el autor dio al inicio con un problema menor que pasó a mayores. La dinámica de los personajes cambia de estado por la discusión de la salud de Efraín que en este momento empeoró muchísimo.

-¡No podía más! -dijo Enrique al abuelo-. Efraín está medio cojo.
Don Santos observó a sus dos nietos como si meditara una sentencia.
-Bien, bien -dijo rascándose la barba rala y cogiendo a Efraín del pescuezo lo arreó hacia el cuarto-. ¡Los enfermos a la cama! ¡A podrirse sobre el colchón! Y tú harás la tarea de tu hermano. ¡Vete ahora mismo al muladar!
Cerca de mediodía Enrique regresó con los cubos repletos. Lo seguía un extraño visitante: un perro escuálido y medio sarnoso.

En este segmento el ruego de Enrique alcanzó positivamente a la cabeza de Don Santos más temprano que tarde para el alivio de Efraín, quién ya no podía dar más, aunque le obligase. Ciertamente, el permiso vino más porque se pensó en la utilidad que el personaje puede dar, más que por otra cosa. Sin embargo, al regresar se vendría una sorpresa, y este es un personaje nuevo al escenario. Se puede afirmar que Don Santos es el personaje que sin duda nadie querría dejar cargo a sus hijos, sobre todo por el trato que les da a estos, la manipulación “sutil” y la negligencia que da conscientemente a sus cargos. Es más que seguro que el nuevo integrante en la “familia” no ayudará a su temperamento explosivo. Nuevamente, deja tantas preguntas como, ¿Qué tan normalizado era esto en esos tiempos?

Es aquí en adelante que nos guiamos del resto de párrafos anteriores como finales en el cuento como para formar el final en que finaliza la narración. La escala en la que va el problema pequeño inicial dio un giro inesperado y a la vez esperado por los lectores. 

El nuevo integrante de la ‘familia’, Pedro el perro, no dura mucho más en escena que para servir como alivio en la vida de los niños, un soplo de aire fresco que se les es quitado u atenuado por el abuelo, al exigir continuar con la recolección de basura, demandar a los niños con comentarios despectivos, victimizarse, manipular y arrebatar la fuente de alimentos a los niños que ya se encuentran enfermos. Y cuando se cree que la situación no puede ser más estresante para Efraín y Enrique, comienza la agresión física, y más adelante, lo que sería la sentencia para todos los personajes de la narrativa.

La pinta ya se torna más oscura en el siguiente fragmento, lo que deja a obviedad a lo que paso y pasara:  

Al entrar al corralón sintió un aire opresor, resistente, que lo obligó a detenerse. Era como si allí, en el dintel, terminara un mundo y comenzara otro fabricado de barro, de rugidos, de absurdas penitencias. Lo sorprendente era, sin embargo, que esta vez reinaba en el corralón una calma cargada de malos presagios, como si toda la violencia estuviera en equilibrio, a punto de desplomarse. El abuelo, parado al borde del chiquero, miraba hacia el fondo. Parecía un árbol creciendo desde su pierna de palo. Enrique hizo ruido pero el abuelo no se movió.

Él ni bien entró, ya presintió que algo malo había ocurrido, ciertamente es así como se ve y cómo sucede, la noticia de una tragedia de la que está por enterarse. Finalmente, es desde el punto de vista de Enrique que se desarrolla el final que vemos. Todo el sufrimiento que vivió su hermano y él llega a una sola conclusión, con una única opción que tuvo desde el principio, escapar. La interpretación final del cierre indica que la lucha de los niños ya terminó. Ese continuo ciclo de abusos y maltratos quedó reducido y sacada a la fuerza por la situación. Si se tuvo una pérdida ante los ojos de Enrique, no se verá otra más si puede evitarlo. 

Como lectores, el cuento deja la interpretación para sacar conclusiones uno mismo. Y si bien es un cuento corto que se puede leer en poco tiempo y terminar rápido, Ribeyro plasmó bien la narrativa del sentir, del espacio y tiempo que pasaron sus personajes, los puntos vista y del escenario en el que se desarrolla todo esto. Es bien apreciado y reflexivo para quienes lo lean e invitan a leerlo.








Referencia bibliográfica:

Ribeyro, J. (1955) Los gallinazos sin plumas. https://edisciplinas.usp.br/pluginfile.php/2820471/mod_resource/content/1/CUENTOS%20DE%20JULIO%20RAMON.pdf


Autor:

Valencia, A. (Estudiante de la UPN). Un análisis hacia las dinámicas sociales en la pobreza. Una reseña de Los gallinazos sin plumas de Julio Ramón Ribeyro.















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